LLAVES Y CERROJOS
El
odio y el dolor se colaba entre mis dientes, entre mis tripas. Mis ojos lanzaban
llamaradas rojas y amarillas. Fuego que arrasa, lastima y mata. Eso hice, lo
maté todo, acabé con todo, con todo el amor, con todas las esperanzas, acabé con
toditos los 12,066 días con sus largas horas.
Después
me dediqué a ver los escombros que dejó la explosión de todo lo no dicho; caminaba
entre ellos con pies descalzos, escudriñando los pedazos de la que fui, de lo
que yo creía que eras, del nosotros que construimos y que día a día lo fuimos amordazado
hasta asfixiarlo.
A
los 975 días después del estallido, tomé mi fuerza, mi amor, mis esperanzas, mi
alegría, mi bondad y me fui, nos fuimos.
Como dice María Arnal cuando
canta la pieza llamada Milagro, volví al juego de la vida y empecé de nevo.
“Volver
a empezar de nuevo, Reanimar los jardines, sentir en los pies los bailes,
recoger fracasos al vuelo. Luchar otra vez por el juego, que todo lo vuelve
posible”.
Lo
hice posible y para lograrlo me metí en mí, tome mis herramientas y navegue por
mis entrañas para limpiar lo que yo había hecho, lo que yo había causado, me
adentré en mis desiertos todos ellos áridos por los abusos de él, de ellos, de
otros, de mí; de mí par él, para ellos, para otros; de mí, para mí, sí para mí.
Lamí mis
heridas, tomé mis herramientas y las curé. Voy sanando aún ahora de las
esquirlas que dejaron una mezcla de inconsciencia, ignorancia y desamor por mí.
No veía las cadenas, era tan familiar, no veía mis candados, no veía el manojo
de llaves en mi bolsillo herencias de mi madre y mis abuelas.
Reconstruir
mi espacio seguro ha sido y es una tarea llena de bondad y amor, esa es mi
tarea. Tú, ellas, todas, hemos tenido muchas reconstrucciones.
Nuestras
almas reconocen y saben que podemos vivirnos desde un puerto cada vez más
seguro, en nuestro interior hay una voz que nos exhorta a decir en voz alta,
nos apoya para poner en orden esos escombros, nos invita a hacer limpieza en
las zonas desorganizadas de nuestra alma, nos estimula a retomar las fuerzas
del espíritu, a desempolvar nuestro azadón para limpiar las raíces malas y
cavar profundo para sembrar las nuevas semillas y así salgan cosas nuevas y
bella.
En nuestro
interior hay una voz consciente que nos hace recordar que en nuestros bolsillos
están nuestras llaves, las que abren todos los cerrojos, encuéntralas, es tu
herencia.
Diocelina Estudillo Abad.
Te dejo la pieza musical Milagro que canta María Arnal, a la que hago referencia
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