DEJAR IR

 






No todo lo que se deja ir, lo que se suelta, causa necesariamente un dolor interno.  Hay situaciones, objetos, personas, lugares, animales… que lejos de causar un sentimiento desagradable nos llena de júbilo. Como cuando se deja la sala de un hospital, luego de alguna complicación en la salud, o se destilicha la casa o se cambia de hábitos nocivos. De ahí se va tomando experiencia en lo que significa deshacerse de aquello a lo que no se le encuentra un lugar.

Se deja ir lo que incomoda, lo que daña, lo que no sirve, lo que se acabó, lo que ya no tiene un uso, lo que es de otra persona, lo que murió, lo roto, lo que se vuelve feo, lo que creíste que era y no fue. A veces no está roto, sirve, pero daña; otras veces es bellísimo y tiene mil encantos, pero pertenece a otra persona, otras de verdad que tenían un lugar especial, pero se rompió.

¿En qué momento y qué ocurre, que a pesar de que aquello se volvió espantoso no se suelta? ¿Qué ocurre con la experiencia adquirida a lo largo de la vida, en deshacernos de lo que ya no sirve? ¿En qué momento la maquillista y la diseñadora o diseñador que se lleva dentro, emergen para tapar o cubrir lo desagradable con el mejor maquillaje y atuendos de seda? ¿Cómo es que se insiste en la mentira de verlo bonito o en buen estado, a pesar de saber que la mona o el mono, de todas formas, sale a luz más temprano que tarde, del atuendo que uno mismo hizo? ¿Para qué se hace esto? Qué paradójico no se quiere dejar ir justo lo que daña e incomoda; qué extraño no se quiere soltar lo que está roto; que raro se extraña lo que nunca fue, lo que no hubo o no hay.

Soltar y dejar ir implica, hacer evidente el espacio que ocupa eso que incomoda. ¿Qué se hace con ese hueco, con esa zona, con ese vacío? Lo primero es reconocerlo a pesar de ser una tarea que aterra, lo que sigue, es sentir y vivir ese vacío, aun cuando no es fácil. El ego salta a la defensa de lo viejo conocido y usa todo para mantener lo dañino en el mismo lugar, el apego cumple su función de manera espectacular en esos casos, se evita el duelo, evita ver el vacío, impide sentir el dolor de la ausencia.

Se elige entonces, conservar, atesorar y defender contra viento y marea aquello que, aunque hace daño, cubre el vacío, menoscaba mis cualidades, está roto, es horrible, me irrita, pero sí, indudablemente me sirve, y esto es algo fundamental que interrumpe el deseo de dejar ir y soltar: se le encuentra un uso a aquello deteriorado, se le encuentra un motivo para mantenerlo en el mismo lugar.

Aunque vulnera e incomoda, o es grotesco y obsoleto, sirve para no ver el vacío que dejaría si lo suelto, sirve para no sentir y vivenciar la experiencia del vacío, sirve para no pasar por el dolor del desapego, sirve para evitar el duelo y, sobre todo, para no hacerse responsable de construir, generar, crear, reinventar, amorosamente nuevas formas de vivir cada día, eligiendo ser autor, autora de las experiencias de nuestra vida, que sería el punto nodal para la sanación real.

Elegir entre saberte amarrada, amarrado a lo fracturado y lo rancio y saberte libre de ello para elegir lo nuevo, aunque implique vivir un tiempo en miedo de ver el vacío, es una de las tareas que vinimos a hacer como seres humanos.

Soltar y dejar ir es un acto con el que estamos familiarizados, lo hacemos todo el tiempo, como cuando se deja el biberón y se toma en vaso, como cuando se deja la escuela y se va al trabajo, como cuando se deja la casa de mama y papá. Implica cambio, movimiento, a veces dolor y otras veces se activan miedos; pero si se logra, se crece, se sube un escalón, y se encuentran, indudablemente, nuevas herramientas para ser quien realmente se es.


Comentarios

  1. Soltar,dejar ir y confiar en que lo mejor está por llegar es lo que me cuesta trabajo.Tengo miedo a lo nuevo,aunque sé que ahora no lo estoy pasando bien.Estoy reuniendo fuerzas para sacar la casta y ya llegó el tiempo de soltar y confiar.Me ayudó tu mensaje.Gracias paisana,ya voy.Te admiro.Bendiciones

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  2. Es muy difícil soltar dejar ir por miedo a dar pasos definitivos por miedo al dolor pero cuando quitas la última foto sabes que es lo correcto y día a día te vas construyendo más fuerte y más segura.
    Me encantó e reflejo gracias x compartir

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