CUIDEMOS EL AGUA
El Foro Económico Mundial,
en su reporte de riesgos globales para el año 2016, resalta a la crisis
relacionada a la escasez o a la dificultad de acceso al agua como la tercera
con mayor impacto a nivel mundial. Entre las regiones con más probabilidades de
sufrir este tipo de escasez se encuentran el norte de África, la región de
Medio Oriente y el sudeste asiático. Según lo refleja el mencionado estudio,
aproximadamente 2,7 mil millones de personas ya están enfrentándose a algún
tipo de escasez de recursos hídricos, esto es, un 40% del total de la población
mundial, y 500 millones de personas viven en lugares donde el consumo duplica
la cantidad de agua repuesta por las lluvias en el año.
De acuerdo al Consejo
Mundial del Agua, entre el 80 y el 90% del agua en lugares áridos y semiáridos
ya está siendo usada, y casi el 70% de los ríos más largos ya no llegan al mar.
Además de esto, los problemas de higiene exponen a 2,4 mil millones de personas
a enfermedades infecciosas como la diarrea.
El manejo de este recurso
se complica alrededor del mundo por las presiones económicas. A medida que los
países se industrializan, empiezan a necesitar mayores reservas de agua para la
producción de energía. Según proyecciones, se espera que la demanda de agua
exceda la oferta por un 40% en 2030. Allí radica la importancia de un buen
manejo, ya que en los próximos años crecerá la puja entre diversos sectores
como la agricultura, la energía, la industria y las necesidades de las
ciudades, por mencionar los problemas que pueden surgir dentro de las fronteras
de los estados. No obstante, también debe recalcarse que más del 60% de las
aguas son transfronterizas, pero los países que las comparten no poseen ningún
tipo de marco cooperativo para su manejo. Esto ha provocado que en algunas
partes del sur de Asia ya hayan surgido algunos problemas entre estados.
La gobernanza debe
entenderse como la principal herramienta para hacer frente a la mayoría de los
problemas relacionados al manejo del agua. Sin embargo, muchos países
desarrollados están fallando en la forma de encarar este tipo de situaciones, y
solo se enfocan en reaccionar ante fenómenos climáticos extremos. No hace falta
aclarar que en los países en desarrollo los retos referentes a las
infraestructuras y a la conservación del agua se topan con una gran barrera que
suele ser la falta de financiación o la necesidad de destinar los fondos a
otras causas. Un buen ejemplo es Brasil, país que posee el 12% de las reservas
de agua dulce, pero ni siquiera la totalidad de su población posee acceso a
esta.
El problema de la sequía no
es solo una de las consecuencias del cambio climático, sino también una causa
de problemas relacionados al desarrollo. Además de promover a la inseguridad
alimentaria, también provoca tensiones entre la población, especialmente en la
más vulnerable.
Como ya se mencionó, una
buena gobernanza puede ayudar a mitigar las consecuencias que produce la
escasez de agua, pero es importante resaltar que estas deben ser llevadas a
cabo de manera previsiva. Entre las medidas aconsejables se encuentra la
adecuación de cultivos a especies que necesiten un mínimo de agua. Otro consejo
es evitar las fugas en los canales de distribución del agua, especialmente
necesario en regiones que históricamente han tenido problemas de suministro.
Muchos sugieren que las
estrategias deben partir de un planteamiento de políticas públicas adecuadas a
cada caso particular, colaboración con organismos internacionales de crédito
para invertir a largo plazo en aspectos como una correcta infraestructura
hidráulica y programas sociales, como así también un correcto manejo del agua.
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