Sueños
¿De dónde habré sacado que los sueños son eso, sueños,
cosas alejadas de lo real, que no se cumplen? ¿Será que viene de una de la
frase que he escuchado con frecuencia: “ni en sueños podría hacer tal cosa” ?,
o ¿tal vez de afirmaciones para bajar los piecitos de las nubes: “¡deja de
estar soñando!”?
Cuando era pequeña me la pasaba gran parte de mi
tiempo soñando despierta. Me la pasaba increíble construyéndome, a veces, como
cantante en un escenario, otras, yendo al gran planeta Júpiter. Me encantaba andar
en las nubes, sobre todo las medias y las altas. Mis preferidas eran las
cirros, altocúmulos y cirrocúmulos, ellas eran y son las que me llevan ¡a todos
lados!
Soñaba, a lo mejor, porque mi hermanita, la que vive
en el cielo, me invitaba a jugar, a lo mejor porque lo que vivía en ese momento
no me era tan fácil asimilarlo; por lo que fuera, me quedaba claro que los
sueños tenían una función muy interesante, llevarme a lugares y vivencias
irrealizables.
¿Será por eso que he creído que una de las
características primordiales de los sueños es que son quiméricos? Como cuando,
en el libro de Carmen a Carmen y a otros amores, la protagonista cree
encontrar la completud en Liborio, válgame Dios, ¡qué cosa tan irreal! O como en
el cuento de “Piel de foca, piel del alma” que describe Clarissa Pinkola en el
libro de Mujeres que corren con los lobos; la mujer foca no puede permanecer
con la pareja, ni consigo misma, sin recuperar aquello de lo que está hecha,
imposible, moriría.
Sí, los sueños para mí son ficticios, lo supe cuando vi
a mis seres más queridos cumplir con sus deseos, metas y objetivos. Traduje
esto a que tener sueños era equivalente a erigir una utopía, los sueños solo
son para soñar, para generar cosas irreales como el arte maravilloso de Remedios
Varo y Leonora Carrington.
Y no es que los sueños no sirvan de nada, por el
contrario, he sido, como dije antes, una fiel soñadora. Gracias a eso me
divertía mucho, conocí lugares inimaginables por supuesto; me iba a dar la
vuelta por ahí y al regresar mi vida estaba de buenas. De aquellos sueños y de los
de hoy he tomado muchos elementos que son, con frecuencia, la primera piedra de
la construcción de nuevos deseos y objetivos.
No tengo sueños, tengo imágenes de futuros
realizables, exploro posibles logros. No tengo sueños, tengo un pie en la
tierra y el otro en caminos que llevan a la consecución de lo deseado, o a
cualquier parte. No tengo sueños, tengo corazón y garras de las que, seguramente,
todas hemos hecho gala a lo largo de la vida. Me dejo sorprender por esos
caminos porque a veces no llego al lugar que había planeado, entonces ¡me
sorprendo! Y es cuando sonriendo me digo: ¡ni en sueños hubiera pensado tener,
lograr o ser esto!
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