Mujeres


“Vente Luisa, aquí hay un lugar para ti y l@s muchach@s”.

Esta frase se la escuché a Luisa muchas veces cuando contaba la historia de cómo llegó a la ciudad de México y, para mí, es el primer recuerdo que tengo del poder de las mujeres, de las alianzas y los pactos amorosos; de lo que significa la sororidad y el affidamento, que estudié mucho después.

Laura había aprendido de su madre el arte de unir las telas con hilos y aguja: creaba bellos trajes, y me sorprendía la paciencia con la que remendaba lo roto y descosido. Cada vez fue más diestra con sus herramientas: ensartaba hilos de todos colores, reparaba, transformaba y creaba. Como se sabe, el hilo está diseñado para resistir muchísimas embestiduras, lo entendía muy bien, sobre todo, porque era consciente que ella misma estaba confeccionada por hilos que no se rompían fácilmente. Estaba ensamblada con hebras de alegría, fuerza, compasión y muchos, muchos hilos maravillosos.

 

Un día, Laura sacó de su corazón un canuto que solo usaba para situaciones especiales, dio las indicaciones precisas, y un filamento mágico llegó a Luisa quien tomó la punta y la unió a su propia magia, esa con la que bordó las fundas de sus almohadas, esa con la que daba vida a pájaros y flores que, al dormir, la llevaban a otro mundo, a otra vida.

 

Un día, Luisa sacó de su corazón las alas que había bordado y se fue. Nunca pensó en regresar y así lo hizo. Se fajó junto con Laura. Cosieron y bordaron toda una vida que alcanzó para cobijar a 16 muchach@s de los cuales casi todos lograron vivir y hoy tienen hijos; y ellos, a su vez, han dado más vidas. Todas las bellas mujeres han heredado, indudablemente, las alas y los hilos. Todas, en momentos especiales de la vida, saben que pueden ir a sus corazones y tomarlos. Innegablement,e hay iniciativas que revolucionan y transgreden la obediencia que impone el confinamiento sociocultural y político en el que hemos vivido las mujeres.

 

Trastocar y subvertir conceptos que aprendí en mi búsqueda de hallarles nombre a lo vivido son, sin duda, herencia vital de estas mujeres. Quienes venimos de ellas, sabemos lo que vivenciaron en aquellos nuevos mundos, cuando eligieron salir de su entrañable y amada tierra. Lo sabemos a través de la palabra que hemos pasado de generación en generación. Por eso es tan importante la oralidad, la palabra escrita, el testimonio de lo que nos conforma, porque deja memoria de eventos y acontecimientos excepcionales que forman parte de la consciencia colectiva de cada linaje.

La rebelión de los destinos asignados socialmente, la transgresión de las vivencias estipuladas, da paso a la construcción de la autoría de nuestras vidas, es parte de lo que hemos construido poco a poco.

Tener la autoridad de deconstruir y construirnos día con día, aún con las contradicciones que implica vivir en un mundo patriarcal, es una de mis bellas tareas. Me hace feliz saberme acompañada de mis antecesoras y predecesoras. Me hace feliz saber que acompaño y me acompañan otras mujeres de linajes distintos, aquí y en todas partes, con la labor de ir hilvanando procesos, compartiendo hilos, aguja y dedal para zurcir lo que se ha desgarrado y bordar alas sobre las fundas de almohadas llenas de color y vida listas para ser usadas.

Seguir ensamblando pensamientos, continuar con la construcción de nuevos paradigmas mientras quitamos los velos que tapan la luz del conocimiento, pasa por reconocer nuestras capacidades, habilidades y destrezas a favor de nosotras mismas. Hemos generado espacios que impulsan y apoyan el uso de la voz, la escritura, la creatividad, el estudio y demás herramientas que hemos ido conquistando y haciendo nuestras para vivenciarnos cada vez con más consciencia.

A todas nos toca trabajar y superar situaciones de vida para ser resilientes. Hemos desarrollado y aprendido a cuestionar nuestras formas de vida para ser conscientes de los procesos que nos han llevado a ser quienes somos. Tenemos la posibilidad de ir tras los recursos necesarios para evaluar nuestro estado de bienestar y esto implica profundizar en el conocimiento interno y saber si nuestro contexto favorece nuestros proyectos.

De ahí la importancia de abrirnos a trabajar a favor nuestro, a favor de nuevas relaciones entre nosotras para que surjan alianzas y pactos sinceros entre y desde la sororidad.

Conocer, analizar y trabajar amorosamente nuestras experiencias vividas es vital para tomar la herencia maravillosa de nuestras genealogías; y así, hacernos cargo de nuestra elección de vida. Sé que el hacer de las mujeres no es infructuoso, sé que no es una causa solitaria; lo que hacemos en lo individual impacta en lo familiar, en lo comunitario y se extiende al mundo entero.

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