VACIO


 


Cuando se termina algo, cuando ves que se aleja alguien amado, cuando ves que tu proyecto se termina antes de lo provisto, cuando se está muriendo algo en tu fuero interno, cuando sientes que es el momento de dejar morir lo que tiene que morir, pasaras inevitablemente con un momento de vacío.

Se requiere de fuerza para ver de frente lo que se está terminando, se requiere de fuerza para ver de frente lo que se está derrumbado, es preciso no esquivar la mirada, cuando sus pasos lo encaminan a la puerta de salida y solo ves su espalda. Se requiere de fuerza para dejar ir y soltar esa conducta que hace daño, esa forma de vida… lo que sea que estés dejando ir ahora.

Cuando se cierra la puerta y te quedas sola, cuando ya sea que por voluntad propia eliges sacar lo dañino; o bien, forzada por las condiciones externas, no hay más que cerrar la puerta muy a tu pesar; cuando eso pasa, queda tu yo suspendido por “un momento” en el vacío. No hay nada, solo silencio.

Es espeluznante transitar y vivir por ese espacio tiempo, por esa sensación de no tener lo ya ido, lo ya marchito y seco. Es pavoroso darte cuenta que eso de lo que te estabas agarrando ya no está. Tu asidero se fue.

Ese momento puede parecer una eternidad, si lo que se va no es por voluntad propia. Los días se alargan, la agonía se prolonga. Ese espacio tiempo de vacío es bendito, es el punto donde tu alma es la que te sostiene y apoya.

Ese espacio tiempo sólo te pertenece a ti, nadie lo ve, nadie lo siente, nadie interviene. Es preciso ser consciente y darte cuenta de que estas atravesando esa zona de vacío, sin aquello que se ha ido. Este es el momento de sentir y experienciar tu yo sin eso, sin él, sin ella, sin tu viejo hábito, sin tu vieja y toxica creencia falsa, sin eso que creías, iba a estar para ti siempre.

Se ocupa bendecir ese espacio tiempo, para sacarle el mayor provecho, no sucumbir ni morir de frío, de tristeza y desaliento. Se ocupa reverenciar ese tu vacío. Ahora se ocupa quitar la mirada de eso que se derrumbó, murió o se fue. Para poner la mirada en el vacío que dejó. Sostén la mirada ahí y contacta.

Sentir ese vacío es sentir tu yo y dejar que fluya lo que hay ahí. es menester que la compasión que hay en ti la uses en estos momentos. No hay nadie más que tú para dignificar ese espacio, no hay nadie más que pueda ver exactamente que hay ahí y sanarlo.

Tu alma lo sabe, es sanador abrir tus manos, dejar que se vaya, abrir el corazón y permitir que salga, abrir los brazos para permitir que vuele, abrir la mente para aceptar lo que es, contactar con el alma y el espíritu para evitar retener.  Entrégate a agradecer, bendecir y profundamente soltar desde el amor y la gracia.

 

Con tus bellas manos, con tu energía amorosa suelta aquello y agárrate fuerte, muy fuerte de ti. Sostente con tus poderosas piernas que han recorrido tantos caminos; abrázate con tus benditos brazos, cuentas con amplia experiencia en sostener incluso, hasta lo que no es tuyo, repárate ahora a ti.

Este es el momento de tomarte. Ya fuiste pilar de otros, en este tu momento de vacío, ensaya cada día ser tu propio respaldo. Has sido luz de aquellos, sé tu propia luz en esa oscuridad. Este es tu momento, es tu espacio tiempo de estar contigo y recuperarte. Llena tu vacío de ti, de lo que eres, de tu sustancia, de tu numen.

Cuando logres convertir, de ese vacío que dejo lo ido, un espacio de amor para ti, un santuario íntimo de ti contigo, entonces y sólo entonces, podrás ver que la noche obscura te permitió ver tu fuerza, tu luz, tu esencia.

Esa ausencia te ofrece la posibilidad de que algo nuevo aparezca, de que algo ocurra, que otra idea aparezca, otro tiempo y espacio se da, para hacer algo o comprender algo, emerge una creencia que renueva, una esperanza que anima, una comprensión que da paz.

Revisa si estas aferrándote a aquello que ya se está yendo o que ya se fue.

Permítete entrar en contacto con lo que está pasando y de verdad, confía en lo que está ocurriendo; seguramente en algún momento, si haces tu trabajo encontrarás un mejor puerto.

Si te dejas estar profundamente en ti, contigo y liberas la dependencia que tenías con lo que se fue, podrás implicarte y comprometerte con quién realmente eres.

Cuando tu espacio interior está lleno y sólo cuando está lleno de ti, de tu amor, de tu humildad y respaldo incondicional; entonces podrás conectar con otro que haya hecho la misma tarea que tú y será grandioso, porque estarán relacionándose ya no desde la carencia y el vacío, sino desde lo que sí tienes y desde lo que sí puedes compartir.

Cuando sientas esa maravillosa conexión, evita creer que es la persona externa la que te hace sentir así y debido a eso, puedes tener la sensación de no quererla soltar. Puedes tener el impulso de atarla a ti y empezar un vínculo de codependencia. Puedes caer en la tentación de creer que, sin él, sin ella, sin eso, sin aquello, no volverás a sentirte completo, alegre, viva, vivo. No es así, la persona sólo vino a recordarte lo que hay dentro de ti, el maravilloso ser que tú eres, recuérdalo.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Duelos

Hombres

Querido cuerpo.