El arte de vivir
La introspección —o mirarnos hacia el interior— nos permite
reconectar con nuestros viejos sueños, con nuestros verdaderos anhelos; nos
permite sentir nuestro cuerpo, que evalúa cómo nos afectan las cosas que pasan
en el exterior. Porque, al contrario de lo que pensamos, nuestro bienestar,
nuestra tranquilidad, nuestra paz interior, nuestra satisfacción no depende de
nadie, excepto de cada uno de nosotros, de la calidad de nuestros pensamientos
y sentimientos.
Muchas veces se nos va la vida esperando los grandes eventos,
los grandes logros, los grandes proyectos, los grandes éxitos, y detrás de esa
espera están la ansiedad y el estrés que producen esas expectativas. Mientras
tanto, nos perdemos disfrutar de los pequeños momentos que conforman nuestro
día a día. Estar más conscientes y atentos nos permite observar lo que nos
pasa, lo que vivimos, y generar la mejor actitud para actuar en consecuencia.
Todo lo que sale de nuestro interior genera un efecto, que
afecta no sólo a nuestra vida personal sino la vida de los demás. Y si lo que
tenemos dentro son buenos sentimientos, buenos pensamientos, buenos deseos,
buenas intenciones, lo que generamos es eso mismo. Se convierte en algo
constructivo. Pero también sucede lo contrario. Si estamos mal, lo que salga de
nosotros generará un efecto negativo y esto es, justamente, la oportunidad que
tenemos de aprender para crecer, para sanar nuestras heridas afectivas y
emocionales, y para vivir en bienestar.
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