Querido cuerpo.
Les dejo un escrito bellísimo de una de mis pacientes. Tómense su tiempo, léanlo, saboréenlo.
Estos
tiempos han sido de transformaciones profundas. Hemos atravesado por
alteraciones físicas, fluctuaciones hormonales y un torbellino de emociones. Y
sí, he sentido la inestabilidad que han provocado en mí todas estas tormentas
interiores.
Hace
un tiempo, me percaté de que el quiste en mi matriz era un espejo de algo más
grande, un peso interno que llevaba. Quizá, en cierto modo, este quiste era una
manifestación de ese espacio que sentía ocupado, de algo que estaba reteniendo.
En mi ansia de bienestar, al descubrirlo, busqué soluciones médicas; tomé
pastillas anticonceptivas que, aunque sabía que me harían ganar peso, eran
necesarias para que el quiste desapareciera. Y la verdad es que estaba bien con
eso, yo quería desaparecerlo y “estar sana”
Quiste,
te agradezco. Gracias por mostrarme lo que, en ese momento, no podía ver.
Absorbiste esas penas y cargas que yo, a veces sin darme cuenta, llevaba
conmigo. Penas de sentirme ignorada, de intentar fusionarme con el proyecto de
vida de mi marido, olvidando que no necesito sumergirme en él, sino construir
el mío propio y caminar juntos, cada uno con su esencia y sus sueños.
Al
desaparecer, dejaste una marca en mí, porque en ese momento que desapareció yo
seguía con esas penas y cargas; entonces mi cuerpo lo que hizo fue observarlas
de diferente manera, ahora se reflejaba en mi cuerpo físico pesando más y más.
No es que me alimentara mal, o que comiera pura chatarra, era la acumulación de
carga que el quiste absorbía y que ahora no había donde poner.
Mi
cuerpo cambió, manifestando que esa pena no estaba sanada.
No
obstante, hoy al mirarme al espejo, veo esos cambios físicos y comprendo que
eventualmente van a desaparecer, porque es real que no quiero estar así, quiero
volver a mi cuerpo sano nuevamente.
Hoy yo
le digo a mi cuerpo: “te doy permiso de ser más yo, con todo lo que implica, de
liberarte de esa pena o cargas que traes incrustadas hasta los huesos y que se
pueden ver reflejados en exceso de peso o cansancio, enojo o ira, mal humor o
simplemente en ideas que se quedan a la deriva y que no les ponemos atención,
porque pasan desapercibidas a mi consciencia y se instalan en el cuerpo, porque
hoy me noto y me digo que tengo todo el derecho de ser autentica, sin miedo a
que alguien diga lo contrario, de ser delgada de nuevo porque está bien serlo
para mí, porque mi cuerpo tiene derecho a liberar esa carga que no le toca,
porque lo que a mí me toca es soltar tanto las cargas como las penas para ser más
yo, para ser autentica.
¿De
qué sirve cargar con el peso de la tristeza y el dolor, cuando puedo abrazar la
singularidad de ser yo misma?
Estas
palabras son mi tributo a ti, quiste, y a la matriz que te acogió. Ambos me
dejaron una enseñanza que no había notado, que es vivir con propósito, no solo
vivir sino trazar un camino y seguirlo con pasión, valentía y libertad. Sin yo
notarlo antes, ahora que soy consciente de que para qué llegaron a mi cuerpo y
porque la reacción en cadena de quitarlos de mi vida, quiero simplemente soltar
lo que toca, soltar para poder ser otra vez yo.
Con
gratitud y amor, Dulce.
x
Comentarios
Publicar un comentario